[es] [gangbang] Era el único que la follaba sin condón

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Una aburrida tarde de domingo entre películas y sofá, se convirtió en una tarde de morbo y provocación, gracias a una pareja que había conocido diez días antes, en un club liberal. Un Whassup a mi móvil, me iba a sacar de la comodidad de mi casa.
– Buenas tardes. Vamos a ir a los pinares del Tibidabo esta tarde. Aparcaremos en un camino apartado y desde ahí te mandaré ubicación. ¿Te apuntas? – El número del que venía tal mensaje, era el de Laura, la chica de esa pareja. Con esa invitación, era difícil resistirse a acudir a tal evento.
– Ahí estaré.
– Hoy toca dogging y vais a estar unos cuantos chicos. El encuentro será a las ocho, cuando esté anocheciendo. – Me aclaró.
– Muy bien. Luego nos vemos. – Respondí, confirmando mi asistencia.

Me fui a la ducha y a rasurarme entero. Siempre me ha gustado acudir a los encuentros aseado, limpio y perfumado. La primera impresión es tu tarjeta de visita. Y el estar en perfecto estado de revista es imprescindible, al menos para mí.

Eran las siete y cuarto cuando recibí un mensaje con la ubicación. Cogí mi casco y monté en mi Ducati Monster. Para ir allí preferí la moto. Así llegaría antes y al ser verano, de paso me refrescaría un poco.

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El maldito tráfico me retrasó casi diez minutos sobre el horario de la quedada. Yo estaba sufriendo por la tardanza y cuando entré en el apartado del camino que marcaba mi GPS, pude ver tres coches. Aparqué la moto detrás de uno de ellos y dejé el casco en el manillar. Avancé hasta que mis ojos captaron un tremendo espectáculo.

En una manta que había sobre el suelo, estaba Laura, puesta en cuatro y siendo follada por uno de los asistentes. Le daba unas furiosas y profundas embestidas, mientras su boca era ocupada por el miembro de otro chico que estaba de rodillas delante de ella, la escena la completaba un tercer hombre que se pajeaba de pie, mientras simplemente observaba.

Sin mediar palabra, me quité los pantalones y los dejé encima de un tronco, a un lado del camino. Mi erección era brutal, la tenía muy hinchada y tan dura como una piedra.

Me acerqué y nada más verme, Laura se sacó la polla que tenía en la boca y giro la cabeza hasta que sus ojos se encontraron con los míos.
– Bienvenido, semental. – Dijo esbozando una sonrisa de chica mala. Yo respondí afirmando con mi cabeza y acto seguido Laura dijo: – Cambio.

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Se levantó y se acercó a uno de los coches, apoyó las manos en el capó y levantando el culo, dejó expuesta la entrada de su coño para que otra polla lo ocupara.

Los cuatro nos miramos, preguntándonos quién era el siguiente…

Como nadie decía nada. Fue ella misma la que se giró y señalando a uno de los chicos le dijo:
– Ponte el condón, que tú eres el siguiente.

El chico no se lo pensó dos veces, sacando un condón del bolsillo, se lo puso y sin más miramientos se acercó a ella y se la metió de un solo golpe de cadera. Laura dio un grito que se oyó en todo el pinar. Pero lejos de enfadarse, giro la cabeza y lo espoleó todavía más:
– Así me gusta, que me folles fuerte, cabrón.

El chico empezó a darle unas embestidas salvajes, que coincidían con un vaivén de caderas por parte de Laura. Los demás observábamos el espectáculo con las vergas en la mano y masturbándonos a la vez. No habían pasado ni cinco minutos de esa brutal follada, cuando el chico anunció lo evidente:
– Me voy a correr. Ahhhhhh.
– Córrete dentro. Quiero sentir cómo se hincha tu polla cuando descargues.

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Unos cuantos empujones después, el chico se quedó inmóvil y Laura cerró las piernas, aplastada contra el capó del coche como estaba.
– Bufffff. – Acertó a decir el chico.
– Mmmmm. Me ha encantado notar como te corrías. Ahora quítate el condón y déjalo encima de esa piedra de ahí. – El chico hizo lo que le dijo y subiéndose los pantalones, se montó en uno de los coches y se fue.
– ¿Cuál es tu coche? – Preguntó a continuación a otro de los chicos.
– Ese de ahí. – Dijo señalando un Seat Ibiza gris.

Laura se encaminó hacia el coche, abrió la puerta de atrás y metió la cabeza y medio cuerpo, poniéndose en 4 en el asiento, dejando el culo fuera del coche. El chico, se puso un condón y poco a poco se la introdujo hasta el fondo, de su más que dilatado coñito.
– Tú. Abre la otra puerta y ponme la polla en la boca. – Le dijo al tercero.

Tenía una buena polla. La más grande de los tres, aunque no tan grande como la mía. Le llenaba la boca tanto, que de vez en cuando, una arcada se escapaba de la boca de nuestra anfitriona.

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En esa postura se notaba que Laura estaba más cómoda, ya que sus movimientos eran más fluidos y certeros. Tanto que el chico del Seat Ibiza acabó exactamente como hacía hecho el anterior. Por indicaciones suyas hizo lo mismo con el condón, dejándolo en la misma piedra que su predecesor.

Laura bajó del coche y cogió de la mano al chico que le había estado follando la boca. Lo llevó a una piedra plana que había y le hizo sentarse en ella.
– Ponte el condón. – Acto seguido, vino hacia mí y me dio un beso en los labios. – Tú eres el siguiente, así que prepárate.
– Siempre estoy preparado. – Le respondí moviendo mi polla, a la vez que ponía mi sonrisa de medio lado.
– No lo dudo. – Dijo acariciando mi rabo con las dos manos.

Volvió hacia donde la esperaba su tercer follador de la tarde, y sujetando su polla que estaba apuntando al cielo, bajó hasta colocar la punta en la entrada de su vagina, para un instante después, dejarse caer empalándose en ella.
– Dios. Me encanta tu polla. – Le gritó mirándolo a los ojos. Mientras le rodeaba el cuello con los brazos.

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Se puso a cabalgarlo furiosamente, mientras él ponía las manos en su trasero para ayudarla a subir y bajar.

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Yo seguía con mi erección a tope mientras a dos metros de mí, Laura, con un movimiento de caderas exagerado, se quedaba quieta, empalada por el macho al que estaba montando. Conseguía así, sacarle la leche a su tercer invitado. Los gritos de los orgasmos de los dos a la vez, fue espectacular.

Laura se levantó, dejando a la vista el miembro semierecto del recién follado. Ya sabía lo que tenía que hacer y sacándose el condón, lo dejó en la piedra, al lado de los otros dos.

Laura vino hacia mí, me cogió de la mano y me llevó hasta mi moto. El tercer y último coche salió del camino, dejándonos solos a los dos.
– Vas a ser el último y el más especial de todos. Quiero que me folles sin condón y que te corras dentro.
– Como quieras. No lo hago nunca sin condón. Pero si eso es lo que quieres… te llenaré de leche.
– Con todos menos contigo y con esto. – Dijo cogiéndome la polla y sopesándola. Calculando lo que le iba a meter por el coño. Me encanta tu polla y la quiero dentro y llenándome entera.

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Apoyó las manos en el depósito de la Ducati y levantando el culo, me ofreció su coño. No tardé ni cinco segundos en meter la punta y empujar lo más adentro que pude. Lo tenía abierto del rato que llevaba follando y la humedad que emanaba de ella, era algo que pocas veces había visto antes. El flujo resbalaba por sus piernas y el sonido de mis embestidas era un continuo chapoteo.

Llevábamos un rato así, hasta que decidí cambiar de postura, con el fin de no correrme. La senté en el asiento trasero mirando hacia delante y yo me puse en el delantero mirando hacia atrás. En esta postura nuestros ojos se encontraron y la penetración era rápida y violenta. De repente me cogió del cuello, a lo que yo correspondí cogiéndola de las piernas y levantándola del asiento.

– Vamos semental mío. Córrete dentro. Lléname de leche. Vamoooossssss. – Dijo gritándome a la cara.
– ¿De verdad quieres que te llene zorra? Pues tus deseos son órdenes.

Y pasando mis dos manos a su culo, la levanté aún más y me la follé tan fuerte como pude, hasta que un tremendo calor en mi pubis, me anunció que mi corrida era inminente.
– Toma mi leche, Dios, me corro, me corro, ahhhhhhhhh. – Mi polla empezó a convulsionar dentro de la vagina de Laura, llenándola de mi néctar.
– Ahhhhh, ahhhhh. Sí, sí, lléname el coño. Síííííí. – Respondió a la vez que su coño palpitaba, abrazando mi polla, exprimiéndola hasta dejar mis huevos vacíos.

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Se había corrido a la vez que yo. Esa hembra, era digna de admiración. Todo ese aguante para acabar corriéndose cuando sintió mi leche fluir en su interior. Simplemente deliciosa.

Nos quedamos los dos abrazados por un momento. Justo el momento para que nuestras respiraciones se volvieran a normalizar. Entonces, cogió el teléfono y llamó a su pareja.
– Ya puedes venir cielo. Hemos acabado.

Entonces, a menos de treinta metros, se encendieron las luces de un coche que arrancó en dirección a nosotros. Al llegar a nuestra altura bajó la ventanilla del conductor y dentro del coche, vi una cara que me resultó familiar. El marido de Laura, había estado viendo todo el espectáculo desde su coche, muy cerca de nosotros.

Laura, desnuda como estaba, se acercó a la piedra donde habían dejado los tres condones y cogiéndolos se los mostró a su marido.
– Muy bien cariño. Ya veo que les has sacado muy bien la leche a los tres. Bueno, a los cuatro. – Dijo, dirigiéndose a su chica. – Ahora vamos a casa, que tengo ganas de follarte con la leche de este semental dentro.
– Nos volveremos a ver, semental. – Dijo Laura subiendo a su coche totalmente desnuda, con su coñito abierto y un hilo de semen asomando entre sus labios vaginales.

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