[lesbian-scissoring] Manuela y yo como un par de gatas

ADS

¿Qué soltera no está en Tinder me pregunto yo? Y sí, ahí la conocí. A Manuela. Nos cruzamos en esa aplicación. Vi su foto y me pareció muy hermosa; era mona, con ojos grandes color miel, nariz de poma que llaman “muy hermosa”, labios grandes y gruesos, cuello largo; y eso era lo que se veía en su foto, luego cuando nos encontramos vi el resto de su cuerpo: estatura media “tirando a alta”, buenas curvas, senos, culo y cadera, piel clara sin ser muy blanca; no era una Barbie pero en términos generales, estaba muy buena.

Yo no soy muy lanzada que digamos, en las relaciones de pareja, me tomo las cosas con calma, no me gusta ir a las carreras, no soy una persona exigente que tiene un prototipo de mujer que es la que busca, yo me dejo guiar por lo que dice mi corazón, y cuando uno busca alguien que le gusta, pues le gusta sencillamente, sin tantos miramientos de que, si es bonita o fea, como repito, esas cosas las guía el corazón, no la cabeza.

Yo ya llevaba dos años soltera sin nada de sexo, ya se podrá imaginar usted el hambre que uno lleva encima después de tanto tiempo en ayunas. Pero eso se debía a que mi última relación no termino nada bien. Resulta que llevábamos tres años juntas y, para que vaya a mentir, yo estaba muy feliz con mi pareja; hasta que un día recibí una llamada de una desconocida, que me saludó diciendo: quita maridos. Yo le dije que no le entendía, y para resumir la conversación me dijo que ya llevaba dos años con Melisa, mi ex pareja, y que le había visto un mensaje que yo le había enviado, así que yo le dije que la quita maridos era ella porque yo llevaba tres años con ella, y en resumidas cuentas las dos nos dimos cuenta de que Melisa era una embaucadora que nos estaba haciendo creer a las dos, y Dios sabrá a cuantas más, que era una persona fiel, y desde ese día me sumí en la soledad, desconfiando de todas las mujeres por culpa de Melisa, la perra. Y esa desconfianza que tenía en esos momentos me impedía tener el más mínimo contacto con nadie; también porque yo soy una persona muy reservada y no soy muy buena teniendo sexo casual, simplemente eso no va conmigo.

Pero eso de andar sola cansa mucho, el ser humano está concebido para estar en pareja, y una vez cansada de estar sola, me di a la tarea de conseguir pareja, así que me registré en varias aplicaciones para conseguir pareja; y estaba por tirar la toalla con esas aplicaciones porque lo más normal es que no contesten los mensajes que uno envía. No sé para que se registran en esas aplicaciones si no quieren que les escriban? Y ya me había cansado de enviar mensajes sin respuesta, hasta que Manuela (así se llamaba) me respondió a un mensaje de Tinder. La respuesta fue muy directa: “Hola, ¿cuándo nos conocemos?” Yo le respondí que si no quería que habláramos primero un poco por chat antes de conocernos y me respondió que no, que a ella le gustaba conocer a las personas personalmente; que yo eligiera el lugar.

[lesbian-scissoring] Manuela y yo como un par de gatas

Lo primero que me vino a la cabeza fue desconfiar de Manuela, que seguramente estaba llena de amantes de Tinder y para qué perder mi tiempo. Pero a pesar de eso le dije que, si le parecía que fuéramos a teatro y de ahí a tomarnos una cerveza, me dijo que le parecía bien y así quedamos.

Yo soy alta, de cabello oscuro, ojos verdes, cejas tupidas, boca grande, nariz recta con punta afilada, pómulos salidos, senos grandes, buena nalga; tampoco soy una Barbie, pero tengo lo mío.

Quedamos de vernos faltando un cuarto para las siete. Siete y nada que llegaba, siete y cuarto y nada, y a las siete y veinte llego, luego supe que lo hizo de gusto para que no tuviéramos que ir al teatro. Ya no había forma de ir al teatro porque una vez cerradas las puertas ya nadie puede entrar, así que fuimos a la segunda parte de la salida que era ir a tomar cerveza. Manuela se veía mejor en persona que en la foto, y desde que nos sentamos en el bar fue muy lanzada; los mejores piropos y halagos salieron de su boca. Se me hizo evidente que quería revolcarse conmigo, y a la tercera cerveza me preguntó:
– ¿Qué es lo que más te gusta cuando tienes sexo?
– Es una pregunta muy personal. ¿Para qué quieres saberlo? – respondí.
– Es por simple curiosidad. ¿Te da pena hablarme de eso?
– Sí, yo soy muy tímida.
– Y ¿qué tiene que ver la timidez? Ni que estuviéramos haciendo algo. Cuéntame qué es lo que más te gusta – insistió ella.
– Está bien, lo que más me gusta es que me acaricien por todo el cuerpo. ¿Y a ti? – le pregunté dejando la timidez a un lado.
– A mí la parte que más me gusta es cuando me chupan el clítoris, yo soy muy sensible y siento mucho placer cuando me bajan. ¿Y en qué parte eres más sensible? – preguntó Manuela, dejándome ver que se quería enfrascar en ese tema.
– En los pezones – dije.
– Yo también tengo muy sensibles los pezones, pero más el clítoris. ¿Cómo te gusta que te los chupen? A mí me encanta que me den pequeños mordiscos.
– A mí me encanta que me los chupen y los dejen mojados.
– ¿Y qué opinas de que te chupen el cuello?, ¿eso te calienta? A mí me encanta que me lo chupen, eso me pone al cien – acotó Manuela.
– A mí también me excita mucho cuando me llamen esa parte – revelé.

Y así estuvimos por un largo rato, Manuela se enfrascó en el tema del sexo y me hizo toda clase de pregunta y revelaciones acerca de sus gustos. A mí me gustó mucho que quisiera saber todo lo que me gustaba, estaba abonando el terreno antes de acostarse conmigo, o al menos esa era la impresión que yo tenía de ella. Pero como ya dije, a mí no me gusta el sexo casual; pero Manuela de un momento a otro me empezó a tomar de la mano, me miraba directamente a los ojos, me decía lo hermosa que era, me tocaba el pelo, ponía sus manos en mis piernas, me decía cosas que me hacían reír, me seguía preguntando lo que me gustaba cuando tenía sexo, y así, sin saber si era por el efecto de las cervezas o por lo que estaba haciendo ella, me empecé a excitar.

[lesbian-scissoring] Manuela y yo como un par de gatas

– ¿Quiero saber si yo te gusto? – indagó Manuela.
– Sí, me parece que eres linda.
– ¿Te acostarías conmigo? – volvió a indagar.
– No lo sé. ¿Para qué quieres saber? – pregunté con timidez.
– Lo quiero saber porque me tienes muy caliente. Quisiera poder estar contigo en este momento –lo dijo mientras me cogía las manos. Yo no le respondí nada inmediatamente, me quedé cayada por un momento pensando en su proposición, yo estaba excitada hace rato y Manuela era muy hermosa, y volviendo a tomar la palabra me dijo: – No lo pienses más, yo sé que tú también quieres estar conmigo, vamos para un motel, te aseguro que te voy a hacer gozar.
– Pero si apenas nos acabamos de conocer – opuse resistencia.
– Eso no tiene importancia. No niegues más lo que sientes y entreguémonos al deseo. ¿Qué dices? – insistió nuevamente. – Y yo, como ya dije, sin saber si era por la cerveza y por otra cosa, dejé que mi excitación y no mi cabeza, la que mandara en ese momento y le dije que sí, y cuando lo hice me dio un beso y me puso las manos en mis muslos, apretando un poco.

Me agarró de la nuca y me empujó hacia ella, acercando su boca a la mía y nos empezamos a besar largamente. Me gustó mucho que primero quisiera besarme antes de cualquier otra cosa. Cuando paró de besarme, manuela se fue directo a mi cuello y lo empezó a chupar y a lamer mientras me acariciaba la espalda por debajo de la camisa. Ella había puesto mucha atención a todo lo que yo le conté acerca de lo que me arrechaba y lo aplicó al pie de la letra. Empezó a explorar mi cuerpo con la yema de sus dedos, y lo hacía despacio como yo le había contado que me gustaba y eso me estaba poniendo muy arrecha; así que yo también chupé su cuello, pasando mi lengua mojada sobre él. Me quitó la camisa, me puso de espaldas y me empezó a besar el cuello, los hombros, la espalda; luego me quitó el brasier y mientras me seguía besando, me agarró las téticas y las empezó a acariciar. Me empujó con fuerza y yo caí sobre la cama, justo como le dije que me gustaba, se hizo encima de mí y me empezó a chupar las tetas, a darles pequeños mordiscos. Yo estiré mis manos y le quité la camisa, luego el brasier, pero ella me volvió a empujar y quedé acostada de nuevo, volvió a chupar mi cuello.
– ¿Te arrecha estar acá conmigo?, ¿te arrecha que te explore con mi lengua? – indagó.
– Mucho, me encantan tus labios y tu lengua cuando tocan mi piel.
– Estás tan buena que me arrecho tan sólo de verte, ni te imaginas lo que siento al tocarte – reveló Manuela.

lesbian fingering pussy

Y casi todo lo que hacía me arrechaba más y más…

Estaba concentrada en darme placer y cada que yo intentaba incorporarme para asirme a su cuerpo, ella me dominaba y me volvía a acostar; y yo dejaba que me dominara como a mí tanto me gusta. Me desamarró el jean y me lo quitó dejándome puestas las tanguitas; me dejaba caer saliva sobre mis pezones y los chupaba después al tiempo que ponía los dedos en mi coñito encima de las tanguitas y hacía presión sobre mi clítoris, la saliva volvía a caer en mis pezones, y volvía a chupar, y volvía a presionar, y volvía a morder, y ponía su mano en mi cuello y me besaba, mostrándome quién era la que dominaba. Y cuando me comenzó a besar, aproveché que se había hecho sobre mí y le quité los brasieres y empecé a acariciar sus téticas, a apretar sus pezones; y las dos gemíamos, ella tocándome el coñito y yo acariciando sus tetas.

Aprovechando que se paró, yo le desabotoné el jean y se lo quité, la apreté contra mí, y le chupé las téticas, tenía los pezones hinchados, y eso me arrechaba más todavía, sus pezones hablaban por ella, y me decían que estaba arrecha; así que chupaba esas téticas con fuerza, y la oía gemir, y luego puse mi mano en su coñito y seguí chupando, y ella gimiendo.
– ¡Ahora vas a saber lo que es gozar! – advirtió.

Me puse muy arrecha al escucharla, en la cara se le veía la arrechera que tenía también. Y me quitó las tanguitas, y me volvió a tirar a la cama. Me volvió a besar poniendo su mano en mi coño, luego bajó hasta el cuello, siempre tocando mi coño, y de nuevo en las téticas, sacó su lengua y con ella en mi piel, bajó hasta mi pubis, me separó las piernas y empezó a chupar mis muslos, y bajaba casi hasta mi coño, pero no lo tocaba. Ahora Manuela cambiaba de muslo y seguía chupando, y yo muriéndome de las ganas de que me bajara, y ella amagando, haciéndome creer que ahora sí, pero no; me tenía en sus manos; y como esas cosas que pasan por la mente en un abrir y cerrar de ojos, pensé lo mucho que me tenía gozando una completa desconocida, que además me tenía completamente dominada, y me sentí como una perra que le abre las piernas a cualquier desconocido; y ese pensamiento aumentó mi lujuria; y mientras pensaba eso, ella se iba acercando cada vez más a mi coño con su boca hasta que por fin, me dio un besito en el clítoris, y sacó su lengua mojada y recorrió mi coñito con ella; cumpliendo con su advertencia – “ahora vas a saber lo que es gozar”. Y era verdad, estaba gozando como nunca, después de dos años sin sexo, yo ya me estaba sintiendo hasta virgen nuevamente, y ahí tenía a esa completa desconocida quitándome la virginidad, y yo como una quinceañerita gimiendo y gimiendo sin parar; que rico se sentían sus dedos recorriendo mi abdomen, mis tetas; siempre con la yema de sus dedos, sin dejar de chupar mi coñito; me estaba haciendo sentir al borde de un orgasmo: ¡qué talento el que tenía! Y efectivamente pasé de sentirme al borde, a llegar al orgasmo con mi coñito en su boca; estoy segura de que debió sentir el sabor de mi jugo en su boca de lo mojada que estaba.

lesbian facesitting, amateur porn

La jalé de la cabeza hasta que sus labios tocaron los míos y la empecé a besar; y me di cuenta de que mi suposición era cierta, tenía tanto jugo en su boca, que hasta yo lo pude sentir en la mía. Ahora yo iba a tomar el mando, tenía unas ganas irreprimibles de explorar su cuerpo y hacerla gozar; así que la bajé de mi cuerpo y la hice a un lado, me subí encima de ella y comencé con un beso, así como se supone que empieza todo, desde la boca, luego acaricie sus téticas y le chupe ese cuello.

Dios mío, cómo gemía de rico…

Y así como me hizo esperar a mí, yo la iba a hacer esperar a Manuela, pero mucho más porque bajé hasta sus pies y le empecé a chupar los dedos, la planta del pie, y fui subiendo lentamente por sus piernas, por sus muslos, llegué hasta su pubis y de ahí por fin llegué a su coñito, esa espera se me hizo larga hasta a mí de las ganas que tenía de chuparle el coño; pero ya estaba ahí, ahora había que saborearlo, y eso hice; no quedó una parte de su coño en la que no hubiera puesto mi lengua –y sí, qué rico gemía, yo me sentía muy arrecha también, ahora tenía el coñito de una desconocida en mi boca, y esa desconocida no para de gemir mientras la chupaba con ella.

Ahora la iba a penetrar, si hay algo que a mí más me guste, es meter mis deditos en un coñito mojado, y sabía que lo estaba porque no había parado de chupar su jugo; así que los metí mientras chupaba su clítoris, y me concentré en esas dos cosas, lo succionaba y lo estiraba mientras lo sacaba de mi boca, y mis dedos entrando y saliendo al mismo tiempo, y ella gimiendo, y yo no paraba de chupar y penetrar, y ella no paraba de gemir, hasta que al fin, la hice tener un orgasmo – y gimió como una perra en celo:
– ¡Delicioso! Ahora revuélcate en mi boca, siéntate en ella – ordenó.

[lesbian-scissoring] Manuela y yo como un par de gatas

Y yo obedecía, me senté encima de ella; y ella sacó la lengua, se asió a mis nalgas y las empezó a empujar de adelante hacia atrás para que me revolcara en su lengua; y a veces me hacía parar con un apretón en mis nalgas, chupaba el coñito, volvía a sacar la lengua y me volvía a empujar para que me siguiera revolcando. Y ahora la que no paraba de gemir era yo; sí, ahora la que parecía una perra en celo era yo; y cómo me hacía gozar Manuela, y aunque es repetir lo que ya se dijo: ¡qué talento el que tenía esa mujer! Y a uno tratándolo de esa manera ¿quién no se viene? Y así fue, revolcándome en su boca, que volví a venirme encima de ella. Cómo gemí mientras me venía.

Luego de eso, como si ya no hubiera sido suficiente con eso, juntamos nuestros coñitos, pero ella fue la que quedó encima y se empezó a revolcar en mi coñito, lo hacía duro y rápido, sin parar; y mientras se movía me agarro de la cabeza y me empezó a besar – es que sí, ¡qué rico follaba Manuela, y qué rico gemíamos las dos! Como un par de gatas en celo; y para colmo de la dicha – y sépase que fue después de un buen rato de haber estado frotando nuestros coñitos, que las dos nos vinimos juntas qué talento. ¡Dios mío, qué talento!

– ¿Te gustó lo que hicimos? – preguntó Manuela.
– ¿Y es qué lo dudas después de haberme oído gemir así?
– No es que lo dude, es que lo quiero oír de tus labios.
– En ese casó quiero que sepas que me subiste hasta las nubes – confesé.

Y ahí fue que me confesó que había llegado tarde con la intención de que no fuéramos al teatro y sí a beber, porque desde que vio mi foto en Tinder se había muerto de las ganas de follar conmigo.

[lesbian-scissoring] Manuela y yo como un par de gatas

ADS
You'll also like these stories:
Subscribe
Notify of
guest

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments