[es] [father-daughter] Papá sorprende a su pequeña traviesa, 2. parte
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Se mantuvo firme y no respondió, pero podía ver que estaba teniendo un efecto en él. Su respiración era cada vez más rápida y su ceño se había ido mientras la miraba fijamente. Se acercó un poco más y dejó que sus pechos rozaran en su pecho. Ella sintió que sus pezones se endurecían bajo su delgada camisa y le vio tomar otra respiración rápida.
– No sé en qué estaba pensando – dijo ella mientras dejaba correr sus manos sobre su pecho. Podía oler su piel ahora y se encontró preguntándose a que sabría. Había imaginado lo que sería estar con él, pero nunca pensó que tendría una oportunidad. Ahora, allí de pie con él tan cerca la hizo ser más descarada de lo normal.
– Tal vez tengas razón – susurró ella se inclinaba hacia su cuello. Sus labios lo rozaron ligeramente cuando añadió unas cuantas palabras más. – Tal vez soy sólo una pequeña zorra. – Ella tenía toda su atención ahora. Él no se movía, apenas respiraba. Ella dejó su lengua hacer un rastro por su piel y se movió un poco más abajo, frotando sus caderas contra la suya suavemente: – Y tal vez te puedo mostrar cómo de arrepentida puede estar una pequeña zorra y traviesa como yo. – Ella dejo las palabras suspendidas en el aire, mientras sus labios viajaban más abajo por su cuello.
– Christy, no quise decir…
Ella hizo caso omiso de sus protestas suaves mientras poco a poco comenzaba a desabrochar los botones de su camisa, uno por uno. Con cada botón, se exponía más de su ancho pecho y siguió dando le besos a lo largo de su cuerpo. Su pecho era fuerte y duro, ligeramente salpicado de rizos oscuros y pequeña traviesa sintió mariposas en el estómago mientras iba más abajo. En un momento se detuvo, levantó la cabeza un poco y deslizo su lengua por sus pezones duros. Cuando él tomó una bocanada de aire, sintió que se mojaba por la excitación.
Sus palabras se apagaron y poco a poco sus manos encontraron su camino hasta su cintura y la traviesa sintió como sus manos recorrían suavemente sus caderas. Dejó que su boca dejara un rastro de pequeños besos por su pecho mientras desabrochaba cada botón. Podía verlo responder a cada toque y le encantaba la forma en que la hacía sentir.
Cuando desabrochó el último botón, sacó su camisa de sus pantalones y tiró suavemente de ella. Él era increíble. Sus anchos hombros que guiaban a un vientre plano y de abdominales duros como la roca que cualquier chico de su escuela envidiarían:
– Papi, creo que tenías razón – dijo pequeña traviesa mientras sus manos tomaban su cinturón y se lo quitaban con un movimiento rápido. – Creo que soy sólo una pequeña zorra que tiene que ser follada.
Por un segundo él no se movió y se preguntó si iba a pararla. Pero no le importaba. Ella lo quería. Quería saber lo que sería estar con un hombre que sabía lo que estaba haciendo. Siguió acariciando su cuello y le besó las manos, mientras desabrochaba sus pantalones y los deslizaba hacia abajo al suelo, dejando al descubierto su ancha polla dura.
– Y tu pequeña zorra quiere tu polla gruesa y grande – dijo pequeña traviesa mientras su mano se deslizaba a lo largo de su longitud, recompensada con un profundo gemido gutural. Mientras acariciaba su pene, sus manos empezaron a deslizarse por las caderas y detrás de su culo. Inclinó su cuerpo contra el suyo y apretó los labios a lo largo de su cuello. Cuando él alcanzo a su otra mano detrás de ella y apretó su firme culo, ella arqueó la espalda y se empujó contra él aún más:
– ¿Ese es tu problema? – preguntó, mientras deslizaba sus manos debajo de la parte superior del tank top pequeño. – ¿Sólo quieres que ser follada? – Antes de que pudiera responder, su camisa estaba sobre su cabeza uniéndose a sus pantalones en el suelo. Christy gimió cuando sus manos se deslizaron por su cuerpo y sobre sus caderas. La sensación de sus manos sobre su piel era increíble.
Cuando sus dedos llegaron a su pequeña tanga rosa, él jugó con el material sedoso, incitándola sin piedad. Jugaba con ella de un lado a otro, frotando el tejido fino en su clítoris y rozando con sus dedos su coño húmedo. Pronto, las bragas de pequeña traviesa estaban en el suelo con el resto de su ropa. Puso sus manos detrás de ella, tirando de sus caderas contra su pene erecto. Ella frotó sus caderas contra él, sintiendo su polla dura rozar contra su clítoris. Poco a poco, la puso hacia abajo sobre la cama y ella cayó hacia atrás, sus piernas bien abiertas de par en par, esperando por él.
El se arrodilló delante suya y ella sabía que él veía que estaba completamente mojada. Cerró los ojos, dispuesta a ser follada y dio un grito ahogado cuando suavemente pasó sus dedos por su coño, deslizándolos hacia arriba y hacia abajo, volviendo la loca y alentando su deseo.
– Tú eres una pequeña traviesa mojada, ¿no es así? – dijo él más para sí mismo que para ella mientras sus dedos encontraban su camino a su clítoris. Tocó su pequeño capullo, hinchado y su respiración se hizo más desigual.
Ella no podía creer lo rápido que se estaba volviendo loca…
– Amas esto ¿no es así? – preguntó él mientras sus dedos excitaban su pequeño brote, excitándola hasta llevarla hasta el borde y de regreso.
– Sí, papi. Sí, me encanta esto – Ella gimió contra él. La sensación era abrumadora y se dio cuenta de que se retorcía frente a él, sus caderas empujando hacia arriba contra sus dedos, con ganas de más, necesitándolo sentir en su interior. Mientras sus dedos apretaban su capullo sensible, el placer disparándose en su cuerpo.
– Dios, tu pequeño coño dulce está a la espera de ser follado – dijo él mientras su dedo se deslizaba por su longitud.
– Oh, Dios, papi – gimió mientras sus manos agarraban con fuerza las mantas.
Cuando deslizó un dedo dentro de ella, Christy cerró los ojos y sintió su excitación crecer en su interior. Su canal se apretó alrededor de él mientras añadía un segundo dedo. Cuando abrió los ojos otra vez, él la miraba mientras se deslizaba dentro y fuera, masajeando su clítoris con el pulgar.
– Dios, estas muy apretada – dijo él con asombro. Él la estaba volviendo loca y ni siquiera parecía darse cuenta de ello. – Voy a disfrutar follando tu pequeño y dulce coño.
– Por favor, papi – le susurró la pequeña traviesa, empujando sus caderas hasta sus dedos expertos. – Por favor, fóllame – le rogó ella en voz baja, nunca había deseado a nadie como lo quería a él en esos momentos.
De repente, se inclinó sobre ella y deslizó su polla grande contra su coño resbaladizo y mojado, gracias a su excitación. Ella gimió mientras su miembro duro se deslizaba contra su clítoris y después de regreso. Cuando estaba resbaladizo, con sus jugos, puso su polla delante de su mojada entrada.
Christy jadeó mientras lentamente hundía su polla gruesa en su interior. Vio la cabeza de su polla púrpura desaparecer en su coño y gimió mientras el eje de su pene seguía. A medida que su miembro grande empujó abriéndola, se quedó sin aliento, sin saber si podría encajar, pero esperando que cupiera. Centímetro a centímetro, presionó en su interior y ella gimió cuando él la tomó. Estaba abrumada por la dulce tortura de que él la abriera más de lo que había experimentado hasta ahora. La estaba dividiendo en dos, pero el ligero dolor que sentía se juntaba con la maravillosa sensación de estar llena por su polla gigante. Cuando él estuvo en el interior, dejó escapar un gemido gutural y Christy empujó sus caderas hacia arriba, metiéndolo aún más profundo.
Entonces el dolor se transformó rápidamente en placer cuando él empezó a entrar y a salir de su canal estrecho. Su coño se cerró sobre él, atrayéndolo más profundo con cada golpe. Cuanto más se metía más quería ella.
– Para ser una pequeña zorra, estás jodidamente estrecha – dijo, con voz entrecortada y sorprendida. Su ritmo se hizo más rápido y más desesperado, se metió más y más profundo dentro de ella.
– Oh, sí, papi – le rogó – Soy tu zorra, y quiero que me folles más y más.
Ella lo quería, quería esto, y no quería que se detuviera nunca…
Su empuje se hizo más fuerte y cada vez más rápido y sintió el orgasmo construyéndose. Cada vez que entraba, avivaba su deseo y su cuerpo empezó a temblar mientras las sensaciones crecían y crecían. Él mantuvo su ritmo constante y aumentó su velocidad cada vez más alto hacia su clímax. Finalmente, sintió a su cuerpo abrumarse cuando el orgasmo atravesó su cuerpo.
Él mantuvo su ritmo, y ella sentía que daba vueltas fuera de control. Con cada embestida, la mantuvo salvaje en el placer, el orgasmo empujando más y más mientras se metía en su interior. Finalmente, pudo escuchar su respiración tornarse irregular mientras su coño palpitaba a su alrededor. Su polla se hizo aún más dura y sus golpes se hicieron más fuertes cuando llegó a su propio clímax. Cuando finalmente llegó muy dentro de ella, se calmo con un estremecimiento y, finalmente, ambos regresaron a la tierra. Se desplomó junto a ella, su respiración entrecortada y jadeante.
Trató de reincorporarse, pero no pudo. Estar con él no era como nada que hubiera experimentado. Acababa de tener el orgasmo más alucinante de su vida y de repente pequeña traviesa sabía exactamente lo que el sexo podría ser y quería más.
– Oh, Christy – se quejó de nuevo cuando se volvió hacia ella. – Lo siento, yo no debería haber hecho esto, no debí de haber dicho que… – Se puso de espaldas a él y lo dejó pensar que ella estaba realmente molesta. Cuando su mano llegó a su hombro, ella respiró hondo y suspiró. – De verdad, Christy, lo siento, ¿qué puedo hacer? – Ella sonrió ampliamente, se dio la vuelta y se subió encima de él y sus manos empezando a excitar su polla a la vida otra vez.
– ¿Qué te parece si dejo que te redimas? – dijo ella con picardía, lista para otra ronda.
Fin