[es] Todo su pene en mi coño y culo
Hola, me llamo Carmen, tengo 46 años. Soy casada y tengo un hijo. Somos de Ecuador, pero vivimos en Florida, Estados Unidos hace 5 años, ya que unos amigos que viven en Chicago nos dijeron que aquí tendríamos una vida mejor y que ya teníamos los trabajos listos y donde vivir cuando llegáramos. Así que a las semanas ya estábamos trabajando. Y yo estaba sin pene por mucho tiempo.
Esta historia comenzó hace 2 años cuando conocí a Carlos en mi trabajo que consiste en limpiar en casas. Un buen día me asignaron un apartamento cerca de una residencia universitaria. A llegar me abrió la puerta un joven de 20 años llamado Carlos a entrar estaba el apartamento desordenado había trastos en la cocina sin lavar y en los cuartos había ropa tirada en la cama. Empecé la limpieza y me fui a la hora de estar ahí no sin darme 70 dólares de agradecimiento y me dijo que me esperaba tres días para que fuera a hacer el aseo del apartamento ya que ese era el trato que había hecho con la agencia.
Pasaron los días y meses y nos fuimos tomando más confianza y ambos nos contamos cosas, que él estaba en el 3 semestre de ingeniería de software y que sus padres vivían en Nueva York y le enviaban cada mes dinero, ya que su madre trabajaba en una agencia de viajes y su padre manejaba un restaurante mientras yo le contaba que era casada y que solo estaba con mi marido por la parte económica.
Un buen día mientras limpiaba uno de los cuartos Carlos me abrazo por detrás y me dijo que le gustaba y que quería estar con una mujer madura, así que acepte porque yo estaban insatisfecha sexualmente con mi esposo. Una vez terminado de decir esto, me beso y le correspondí el beso, al ponerme sus manos en mi vestido, es usted muy guapa y tiene un hermoso cuerpo… Una corriente eléctrica recorrió toda mi espalda al sentir su fuerte mano sobre mi muslo, después, levantando mi vestido metió sus dedos entre mis pantaletas y por mis labios que ya estaban húmedos por mi excitación acumulada, hizo a un lado mis pantaletas y metió dos dedos, estaba tan lubricada que entraron con facilidad, al tiempo que empezaba a mover su cuerpo restregando su pene totalmente duro en medio de mis nalgas.
Me dejé llevar, estaba en sus manos, al notarlo buscó nuevamente mi boca, me dio un beso profundo, riquísimo, nuestras lenguas se entrelazaron, mordía mis labios, los succionaba, un beso tan apasionado que sentí que me derretía, subió mi vestido hasta la cintura, me despojó de mis pantaletas. Después me hizo acostar en la cama y, y empezó a lamer mi vagina, lamía mis labios vaginales succionando mis fluidos, encontró mi clítoris y lo empezó a lamer y succionar, sentía tan rico que ya no me importó y gritaba desesperada, estaba en el paraíso.
Se bajó el pantalón junto con su bóxer y se recostó sobre mi cuerpo y buscó mi boca, me giré quedando frente a frente debajo de él. Su pene era largo, grueso. Luego abrí mis piernas, y su pene entro en mi vagina, después puso mis piernas en sus hombros, y me penetraba más duro, fuerte y rápido. Sentía su pene golpearme, después bajo mis piernas saco su pene lo froto en mi vagina y lo introdujo duro, nuevamente lo saco, y lo metió ahora suavemente, hizo esta acción varias veces. Mis manos se posaron en sus nalgas y lo empujaba contra mi cuerpo para que me la metiera fuerte y duro, era una sensación inexplicable, tener su grueso miembro dentro de mí, era inaudito, le estaba siendo infiel a mi marido, ya no me importó, me lo hacía de una forma alucinante.
Luego me coloqué a cuatro patas. Carlos se incorporó de rodillas por detrás e introdujo su pene sin mucha dificultad por la lubricación que tenía. Con sus manos llegaba a masajear mis tetas, y empezó a embestirme mientras yo seguía disfrutando del mejor polvo de mi vida con mucha diferencia. Empezó a bombearme, lento y profundo, la sacaba hasta dejar sólo la cabeza y me la clavaba hasta el fondo, cada que me clavaba sentía que me faltaba el aire y gemía al momento que me la sacaba, dentro y fuera, rozando mis paredes por dentro y haciéndome vibrar de placer.
Fue arreciando las embestidas entre mis gritos, jadeos y el ruido de mis nalgas chocando contra su pelvis “plap”, “plap”, plap!
– Te cogería diario, que suerte tiene el cabrón de tu esposo – movía mi cadera acompañando sus ricas y duras embestidas disfrutando tan delicioso coito anal… Puse mi dedo acariciando mi clítoris diciéndole:
-¡Sigueee, dame maaas duroo!!
– Si Carmen, ya viene, te quiero dejar bien servida, aghhh… Que nunca olvides esta cogida. Ya no aguanto, ya viene la leche. – Metió su mano entre mis piernas y me frotó el clítoris, todo mi cuerpo se estremeció y empecé a retorcerme de placer al tiempo que estallaba en un poderoso orgasmo, sentía que mi vagina escurría a chorros.
Me disponía a bañarme para irme a casa cuando Carlos entro al baño me hizo arrodillarme para meterme todo su pene en mi boca, quedando unos segundos que parecían eternos. Sentía ahogarme, seguidamente comenzó a follarme la boca, después me puso de espaldas a la pared del baño y me lo metió por detrás:
– ¡Se sentía delicioso tener su pene en mi ano! – dilatándomelo, hasta que comenzó a moverse, pausado y, luego de otro momento de espera, comenzó el mete y saca, primero despacio y ya poco a poco hasta el fondo, golpeando sus testículos con mi pubis en cada embestida que daba.
Su pene fue como de mis fantasías
Se agarraba de mis caderas y aumentaba la velocidad de sus penetraciones, bufando del placer que sentía: Yo sacaba mis caderas hacia atrás, yendo a su encuentro, para sentirlo hasta adentro, metiendo mi mano entre mis piernas, acariciando mi clítoris y sus testículos. Él, por su parte, metiendo su mano por debajo de mi cuerpo, me acariciaba mis senos, estimulando mis pezones erectos, poniéndome nuevamente a mil. Me estuvo perforando por un largo tiempo, hasta que le dije que ya no podía, que estaba agotada, que ya terminara y él, agarrándome de las caderas una vez más, empezó a bombearme con fuerza, diciéndome que se iba a venir. Después de eso nos bañamos los dos y luego salí para vestirme y salir para mi casa.
Casi todos los días a partir de ese día lo hacemos, cada vez que tengo que ir a limpiar el apartamento de Carlos aprovechamos para hacerlo. Un buen día llegue a limpiar el apartamento Carlos estaba acompañado de un compañero llamado Santiago. Ese día hice el aseo normal y ya me disponía a irme cuando Carlos me dijo que fuera al cuarto que necesitaba hablar conmigo, al entrar Carlos me abrazo por la espalda y comenzó a mordisquearme el cuello y a acariciarme las tetas, de una manera que mis pezones se hinchaban de excitación. Yo comencé a gemir en voz baja. Al principio me resistía, pero Carlos tomaba mis pezones con sus manos y con los pulgares los apretaba y masajeaba de maravilla.
Luego me quito la blusa y el sujetador. Entonces Carlos se colocó delante de mí y su boca ocupó el lugar de sus manos. Me chupaba los pezones y los mordía suavemente excitándome. Al mismo tiempo, Santiago, comenzó a abrazarme desde atrás. Yo podía sentir su pene apoyado en mis nalgas por encima de la falda. En un momento, él me bajó las pantaletas y pasó a manosearme y chuparme el coño. Luego Santiago se abrió los pantalones y comenzó a restregar su grueso pene, que además resulto ser de unos 20 cm, de arriba a abajo por mi raja. En medio de mis gemidos, mientras yo estaba parada él me hizo inclinarme hacia adelante, después Santiago me cogió de las caderas y comenzó a penetrarme un poco hasta que de un solo empujón me ensartó por completo.
Yo pegue un pequeño grito, mientras el empezó a penetrarme lentamente, metiéndome su pene hasta el fondo. Su pene era más grande y grueso que el de mi marido y me dio mucho placer, y empecé a moverme a mi ritmo y a pedirle sensualmente más velocidad en sus embestidas.
Para esas alturas Carlos también había sacado su pene. Entonces se sentó en la cama y me pidió que le mamara su pene. Con Santiago que me follaba nos acercamos a la cama sin que el dejara de ensartarme mientras me cogía de mis ampliad caderas y apoyándome en la mesa comencé a mamarle la polla. Estaba completamente desatada y no me reconocía a mí misma. Entonces me recosté sobre Santiago, de forma que el pudiera comerme las tetas. Aprovechando mi posición el saco sus dedos de mi culo empezó a colocar la cabeza su gruesa polla en reemplazo de ellos. Entonces el empezó a empujar con pequeñas y no muy fuertes embestidas.
Yo tensé mi cuerpo y emití un grito de dolor. Le dije bruto me haces dolor. Él me dijo:
– Carmen tranquila te acostumbraras y te gustara – y siguió con sus embestidas por un rato, buscando que su pene entrara por completo dentro de mí. Entonces empezó a aumentar la velocidad de sus embestidas y yo empecé a sentir como sus penes se rozaban por dentro separados sólo por las paredes interiores de la vagina y del ano. Era indiscutible que el chico ya había metido todo su pene en mi ano y que Carlos había hecho lo propio en la vagina. Yo estaba tan empalada que sus testículos estaban pegando los de uno con los del otro. Yo, totalmente rellena en mis dos agujeros, gozaba de placer. No solo era mi debut anal, sino que también mi primera doble penetración. Y la estaba disfrutando a las mil maravillas. Me cogí fuerte al respaldo de la cama y les pedí que me dieran más duro. Entonces los dos aumentaron la velocidad de sus movimientos, y se corrieron simultáneamente en mi interior. Después de ello permanecimos los tres un rato inmóviles y sudorosos.
Después de esto me senté desnuda en una silla que había en la habitación y descanse un rato luego recogí mi ropa y comencé a vestirme y les di un buen beso en forma de despedida. estudio después de la experiencia vivida.