[es] [black-cock] El Negro y su Verga Enorme en Mí
Hola, me llamo Ana Virginia, casada con el novio de mi juventud, tengo 30 años y esta es mi historia de infidelidad con un negro en un crucero de vacaciones con mi esposo.
Comencemos diciendo como soy, trigueña, 1,67 de estatura, cabello negro media melena, senos operados, y cuerpo moldeado, buen culo y mirada intrigante. Soy muy dada a mi matrimonio y mi trabajo. ¡Así como muy devota en mi iglesia y participativa soy lo que se dice una esposa y mujer ejemplo en la sociedad, en lo que se ve!
Una vez fuimos a un crucero de vacaciones por el Caribe con mi esposo guiamos a distraernos, divertirnos y salir un poco de la rutina. Yo decidí llevar mi ropa sexy y vestidos de baños muy sexys para gozar. Igual todos iban a ser desconocidos.
Ya en el crucero cuando vamos abordando el barco caminando veo un negro qué media como 2 metros y musculoso que apenas podía cerrar sus brazos. Quede impresionada con semejante Dios de ébano. Jamás había visto uno así con mis propios ojos. Él me miró y sonrió y quedé paralizada. Solo pude sonreír y pues nos fuimos a nuestra suite y descansamos, y luego salimos a tomarnos algo en el bar.
Ya en el bar en la barra veo al negro y voltea. Me ve y viene con su esposa acercándose a nosotros a saludar. El negro llega y se presenta, y mi esposo habló con él y le invito a sentarse con su esposa. De sorpresa dice que es también de donde somos, el mismo país, y pues fuimos charlando y charlando hasta tomar y tomar. Y ya adentrados los tragos mi esposo como siempre se emborrachó y se quedó dormido. El negro y su esposa me ayudan a llevarlo a la habitación y luego vuelvo con ellos hasta el bar, pero esta vez fuera mirando el mar. Conversamos de todo un poco hasta que su esposa se emborracha y la llevamos a su cama y volvimos.
– Ya ambos solos – me dice. – Eres una mujer hermosa.
– Gracias, tu esposa también lo es. Las de color son divinas.
– y tienen buen aguante he muchísimo.
– Sonrojada nosotras, no nos quedamos atrás – le dije.
– Eso debe comprobarse, es la única forma de saber. – Me quedo en silencio sin decir nada, como paralizada.
– Los ratones se comieron tu lengua o no crees poder con tanto? – Me decido y le digo:
– Busca un lugar y verás de lo que soy capaz.
Busco a otro pasajero y le ofreció dinero al negro por su suite, y nos fuimos a esa suite. Yo no hacía nada aun cuando el negro se quitó su camiseta. Era un Dios musculoso, ufff… era impresionante… Lo miraba y dije:
– Eres demasiado fuerte.
– Toca y siéntelo.
Toque sus pectorales y me arrebate a él y me abrazo manoseando mi culo y subiendo mi vestido hasta quedar con mi cuño y mi hilo al aire. Me besó muy delicioso, sus gruesos labios me atraparon mi boca y ya estaba mojandome como una puta.
– Ahora verás lo que es un hombre de verdad.
Se quita en short que cargaba y su bóxer y sale esa verga enorme, gigante, colgando. Me arrodilló con sus manos en mis hombros y me puso frente a ella. No podía creer lo gigante que era, la tome con mis manos y me dijo:
– Que linda se ve tu mano con tu anillo de matrimonio agarrando mi verga venuda.
Eso me calentó tanto que mi dude en empezar a chupársela toda. A duras penas entraba en mi boca, pero la comía desesperada con ganas y se podía más dura. Olía fuerte y estaba deliciosa, yo cada vez mojaba más y más y chupaba esa verga enorme, jugando con mi lengua entre su cabeza y acariciaba su tronco.
El negro me tomó, me cargó y me besó, y tiró a la cama. Arrancó mi vestido, chupó mis tetas mordiendo mis pezones, y ufffff… se fue abajo sin quitarme el hilo y empezó a chuparme el coño.
Fue tan excitaba que me corrí en su boca…
Dios santo, cuando puso su verga en mi coño, empecé a correrme de nuevo. Al metérmela cm a cm a cm y abrirme como nunca y bombeaba y esas embestidas brutales me volvían loca… Ufff… pedía más, más, más, más y más, perdida entre su sudor y músculos.
– Te voy a destrozar putita.
– ¡Haz lo que quieras, no puedo evitarlo, hazme tuya!
Me tomo por mis piernas y me cargo clavada y era impresionante como chorreaba me hacía saltar en el aire en su verga enorme que parece que me sostenía en el aire, y Dios mío, yo solo gritaba y gemía con mis ojos blancos perdida en el placer.
Me tiro a la cama y me puso en cuatro y sus embestidas eras animales. Sus enormes manos en mi cintura y otra con mi cabello mientras me embestían y sus huevos pegaban a mi coño. Me tenía loca y rendida, me nalgueaba y me llevaba la cabeza hacia atrás y me hacía tragar su saliva y me daba sin parar… Yo temblaba de todo lo que sentía mi esposo dormido y yo cogiendo con el negro… Ufff… y más, más.
Me acostó, me abrí las piernas y ahí me la metió, y Dios mío, me mordía el cuello y la oreja y metía su lengua. Con mis piernas lo atrapé como pude y esa bestia negra no se cansaba. Ufff… así estuvimos cogiendo casi dos horas hasta que por fin me fijó y viene mi leche y la saco y disparo sobre mi boca y cara. Uffff… toda esa leche espesa y caliente… Dios mío, la tragué sin pensarlo dos veces, ufff…
Quedé rendida, cansada, sin moverme, y no pude evitar quedarme dormida. Cuando desperté, el negro no estaba y estaba el dueño de la habitación. Y yo tenía leche en mi abdomen y no era del negro. Me vestí rápidamente y sin decir una palabra me fui a mi habitación a ducharme y pensar en todo lo que pasó con min vecino negro.