[es] [orgy] Una orgía con cuatro tíos i dos hembras
Siempre he sido una mujer abierta a conocer y experimentar nuevas cosas. También en el sexo. La vida acaba siendo demasiado corta y tan llena de complicaciones que pienso que hay que acabar disfrutando de todo lo que se pueda, sea una copa de vino o un buen polvo. O una orgía, por ejemplo.
Llevaba casada desde hacía algunos años y mi matrimonio estaba pasando por un momento difícil. Mi marido era un buen hombre y padre, pero hacía tiempo que la chispa necesaria entre un hombre una mujer había desaparecido. Sentía que mi vida transcurría dentro de una monotonía que me asfixiaba. Quería probar si ere capaz de estar con más de un hombre a la vez, sentirme la protagonista en una orgía y probar si era capaz de hacerlo. Y mi marido no hacía nada por remediarlo, ni activa ni pasivamente. Me mantenía encerrada entre cuatro paredes, languideciendo, y eso no era lo que exactamente quería.
Y como suele pasar y ante la inactividad de mi esposo, tuve que empezar a tratar de volar sola. Hubiera preferido que fuera con él, pero así fue. Recurrí a alguna página de contactos y tuve alguna experiencia que otro día os contaré.
Tenía un amigo, al que llamaré JC. Era un buen tipo, soltero y entre las confesiones que me contaba y las que yo averigüé, sabía que le apasionaba el sexo y todo lo que conllevaba, que no tenía prejuicios y me pueda organizar algo como una orgía. Me contaba historias que había vivido y flipaba con ellas. Y ni mucho menos porque me escandalizaran, sino porque yo nunca las había vivido, llegando a tener una envidia sana de su vida en el sexo, sobre todo porque cuando volvía a casa no podía dejar de preguntarme en qué recodo de mi vida se había perdido el morbo, la sensualidad, las mariposas en el estómago, el poder provocar, incitar y que te sigan.
Así iba pasando el tiempo, cuando un día que habíamos quedado JC me contó que estaban preparando un regalo para una amiga suya que yo no conocía.
– Bueno – le dije – es cuestión de conocer sus gustos y tendrás muchas opciones. Mirándome fijamente me dijo:
– Bueno, es que va a ser un regalo especial el que nos ha pedido.
– Uf que bien – repliqué – así no tenéis que pensar, que esto de los regalos…
– Mira – me dijo JC – es que el regalo que nos ha pedido es que quiere que le hagamos realidad una fantasía que tiene desde hace tiempo, pero tenemos que organizarla. Su fantasía es que quiere tener sexo con varios hombres a la vez. Quería follarse a varios, pero sin saber a priori su número, quería averiguar a cuantos tipos era capaz de follarse en una noche y esa orgía. – Y que JC y tres amigos más iban a darle la sorpresa de cumplir su fantasía, con todo el morbo que fueran capaces de crear.
Camino de mi casa iba pensando dos cosas: Una, que las hay con suerte, que tienen fantasías y deseos que se cumplen y dos, que haya amigos dispuestos a que se cumplan.
Iban pasando los días y no me podía quitar de la cabeza la escena, hasta que no pude más y llamé a JC.
– JC – le dije – de lo que me comentaste el otro día de la sorpresa que estáis preparando para tu amiga, ¿me dejarías asistir a esa orgía como espectadora? Ya conoces mi vida y nunca he presenciado una cosa así. Te prometo que no daría mal, que ni abriría la boca.
– Bueno – me dijo JC – es que no es una cosa sólo mía, están mis tres amigos que van a participar en orgía y no sé lo que les parecerá, ya te diré algo.
Tardó casi una semana en decírmelo, semana que yo pasé inquieta. Conforme iba pasando el tiempo más ganas tenía de poder asistir. Ya tenía ganas de estar, aunque fuera como mero público, en alguna situación de las que me habían contado. Cuando vi el número de JC en mi móvil, me consumió la ansiedad.
– Oye B – me dijo JC – no nos hemos puesto de acuerdo los cuatro amigos, pero por mayoría de tres contra uno, podrás venir. Mañana quedamos y te doy instrucciones.
Y al día siguiente, quedamos.
– Mira – expresó JC – la orgía va a tener lugar en el hotel X, en la habitación 112, que ya está reservada a mi nombre. Tú tienes que llegar a las doce y media de la noche. Previamente habrá llegado nuestra amiga con uno de la pandilla y poco a poco nos iremos incorporando los demás. Debes guardar silencio en todo momento, veas lo que veas.
Llegó la fecha. Era un viernes del mes de noviembre y ya los días anteriores le había dicho a mi marido que iba a quedar con unas amigas para ir a tomar unas copas. No se inmutó. Me puse la braga más diminuta que tenía y un sujetador que mis tetas desbordaba. Hay conjuntos que una mujer se los pone para que sean vistos, admirados, y ese era uno de ellos. Pues bien, mi marido lo vio y ni me pregunto, al igual que tampoco lo hizo cuando me plantifiqué un suéter ajustado y una falda a juego. Qué lástima – pensé – que no se me acerque, me arranque la ropa y se me folle contra la librería. Él se lo pierde.
A la hora exacta convenida llegué al hotel, entré como si fuera a su cafetería y subí por la escalera hasta el primer piso, buscando el número de la habitación. Llamé suavemente y a los cinco segundos, me abrió la puerta un veinteañero cubierto sólo por un pequeño tanga. No me dijo nada, no dije nada y con un gesto me invitó a entrar, señalándome una butaca donde sentarme.
Sobre una cama separada del cabecero, estaba la chica, tumbada en ropa interior, maniatada y con una venda en los ojos. Los dos hombres se dedicaban a recorrer su cuerpo con sus manos, a besarla, a acariciarla. En un momento, ambos se quitaron lo poco que llevaban, liberando sus pollas ya duras, procediendo a la vez a cortar la braga y el sujetador de la chica. Uno empezó a penetrarla mientras el otro le introducía la verga en la boca y así estaban cuando de nuevo alguien llamó a la puerta.
El chico al que se la estaban chupando me hizo el gesto de que fuera a abrir y así lo hice. Apareció JC, mi amigo quien tampoco sin pronunciar palabra, se desnudó y se incorporó a la cama y entró a la orgía.
El que estaba follando abandonó su faena, siendo sustituido por el recién llegado. Decidieron que ya era momento de desatar a la chica, pues iba a necesitar las manos. Como una rueda perfectamente engrasada, los tres iban turnándose: mientras uno la follaba, el otro tenía la polla en su boca y el tercero tan pronto paseaba su rabo entre las tetas como con la mano de la moza se hacía una paja.
Esto fue un gangbang, más que una orgía
Yo seguí sentada en la butaca, me había quitado los zapatos para estar más cómoda y tenía la sensación de estar viendo una peli porno, pero en vivo. Uffff, me encantaba ver eso, pero no podía participar!
Llegó el último, con la misma mecánica que los anteriores. Llamó a la puerta, que yo abrí, entró sin decir nada y en menos de lo que cuesta contarlo ya estaba desnudo en la cama. Era mayor que sus otros tres amigos y tenía un rabo considerable, más largo y gordo que el de sus colegas. En aquel instante había cuatro tíos teniendo sexo con una chica, tres le ocupaban todos sus agujeros y el cuarto hacía que sus pezones se hincharan hasta reventar. ¡Cómo la envidiaba! Quería ser yo la que estaba tumbada en esa cama pero solo era una espectadora.
Estaba caliente como una perra y ya había empapado mis bragas. Subí mi falda y mientras con una mano en mi coño me hacía una paja con la otra me dedicaba a mis tetas.
De repente el que llego el ultimo se acercó a mí, me cogió la mano y me levanto de la butaca y me dijo al oído que le apetecía follarme y yo le dije que a mí también. Sin casi darme cuenta, estaba desnuda tumbada en un lado de la cama follando con un tío que no conocía de nada, pero disfrutando como una auténtica hembra, notando su poderosa polla bombeando como si fuera una máquina dentro de mi coño.
Entonces note una mano que me empezaba a sobar las tetas. Era la mano de la chica quien empezó a tocarme mientras me estaban follando. Me gustó. Nunca había tenido esa experiencia de estar en una orgía y ese fue mi primer orgasmo de la noche.
En un momento, todo pareció desmadrarse. El que me follaba se corrió dentro de mi coño como si no lo hubiera hecho en la vida, pero inmediatamente y aún con su semen saliendo de mi agujero, otro amigo de JC se me vino encima y sin decir palabra y de un solo golpe, me la metió hasta los huevos, mientras que el que me había follado antes vino a que mi boca le hiciera recuperar la dureza de su rabo, mientras me decía lo bien que follaba y que sólo quería hacerlo conmigo.
JC y el amigo que estaban dándole a la chica decidieron cambiar de mujer. JC se tumbó en la cama, me puso encima y empezó a follarme, mientras que el cuarto al que todavía no había probado aprovechó la posición para empezar a metérmela por el culo, despacio al principio para ir acompasándose con JC, subiendo el ritmo, taladrándome por delante y por detrás. Se nota que no era la primera vez que lo practicaban juntos y ahí fui donde tuve mi segundo orgasmo.
Después de cuatro horas de orgía, decidieron quitarle la venda a la chica, pero durante media hora más aún seguimos disfrutando hasta que, de la misma manera que habíamos ido llegando al hotel, nos marchamos. Llegué a mi casa a las 5 de la mañana y como se dice vulgarmente, bien follada.
Al día siguiente mi marido se limitó a preguntar distraídamente si lo habíamos pasado bien.
– Bueno, normal – le contesté. Todavía me temblaban las piernas de haberme follado a cuatro tíos en una noche en una orgía, pero me dije, que se tenía que repetir y que, en mi vida, fuera normal.