[es] [pain] Bosco era un chaval muy dominante
Hola, me llamo Carlos, 22 años, me considero guapete, cara de bueno, pelo rapado a los lados y algo largo por arriba, si preguntas por mi cuerpo te diré que estoy fibradete, sin apenas vello, el poco que tengo, me lo quito cada poco tiempo, mi orgullo es mi rabo, 18 cms gorditos, sin circuncidar y rematado por un par de huevos bien gordos, lo cual me ha permitido tener sexo con tíos todo lo que he querido y más, haciendo siempre de activo y siendo muy dominante, hasta ahora… Con un chaval delgadito llamado Bosco…
Todo empezó una noche de verano, acababa de terminar los exámenes de la Uni y mis amigos habían insistido en salir de fiesta, especialmente mi mejor amigo, Sebas, un tío legal y majo pero, una vez que se enamora de una tía, se vuelve insufriblemente pesado, y esta, para mi desgracia, no era una excepción, se había fijado en una chavala de una uni privada de aquí de Madrid, habían tonteado por insta y le había dicho de verse en una fiesta en un piso en el barrio de Salamanca, una de las zonas top de Madrid, de esas a las que chicos como nosotros, de barrio, de Uni pública y sin demasiada pasta, no nos dejaban pasar ni pagando.
Y así llegamos a la fiesta, en un pisazo, dos plantas, techos altos, molduras, todo pulcro, elegante, el piso en el que vivía con varios colegas cabía perfectamente en el salón de esa casa, no me había molestado en arreglarme mucho, una camiseta ancha, pantalones baggy ligeramente bajos, enseñando la marca de mis calzoncillos.
Estaba bailando tranquilamente cuando lo vi, en una esquina, solo, un chaval delgadito, rubio, clásico pelo casco, una pequeña mata de pelo en el pecho, camisa azul con los tres primeros botones desabrochados, medallita de alguna de las vírgenes de España y unos chinos que, para que mentir, le quedaban de infarto, no era mi tipo, pero, quizás por las copas de más que llevaba, me acerqué.
– Hola tío, ¿qué tal? – le pregunté, más por educación que por interés real, pues yo solo quería llevármelo a una cama y follármelo, me miró, de arriba abajo, como si evaluara si merecía la pena siquiera hablar conmigo, pero lo hizo, estuvimos un rato hablando, me contó que se llamaba Bosco, que estudiaba Derecho (un clásico) en una Uni privada, yo le conté que estudiaba Bellas Artes, pero en una Publi, que tenía 22 años, como yo, que, al igual que a mi, un amigo le había liado para ir a esa fiesta. Pasado un buen rato, decidí alejarme de este chaval, no daba muestras de responder al tonteo, así que recurrí a la clásica excusa, ir al baño, para mi sorpresa, me dijo que me acompañaba.
Nos metimos en el baño, juntos, cerró con pestillo y, sin mediar palabra alguna, el chaval se lanzó sobre mi, besándome, como si fuese el último tío en la tierra, enseguida me recuperé de la sorpresa, le agarré del cuello y, como si se hubiese transformado, la bestia que me había estado morreando antes con una pasión increíble, se convirtió en un chaval dócil que seguía mis besos, se dejaba toquetear y, sobre todo, pedía permiso con ojitos de cordero degollado para poder tocarme, algo que yo hacía sin siquiera molestarme en preguntar, así descubrí que el chaval Bosco tenía un rabo de 16 cms, más pequeño que el mío, sí, pero mucho más gordo, tenía un culo pequeño, redondito, perfecto, como si lo hubiese esculpido el propio Bernini, no podía más, estaba con el rabo a reventar, justo cuando le iba a pedir que bajase a mamar, me sorprendió invitándome a su casa, acepté, y a los 10 minutos estaba en un Uber.
El trayecto hasta la casa del chaval Bosco se me hizo eterno, de vez en cuando nos magreábamos, nos lanzábamos miradas de deseo y nos besábamos, cuando por fin el conductor anunció que habíamos llegado a destino suspiré aliviado, llegábamos a tardar un poco más y me lo follaba ahí mismo.
Al salir del coche me quedé flipado, estábamos en La Moraleja, o como la llamábamos mis colegas y yo, pijolandia, pues era ahí donde vivían las grandes fortunas, la casa era alucinante, de estilo contemporáneo, decoración minimalista y muebles sacados de un catálogo de tienda de muebles.
El chaval Bosco cerró la puerta tras de sí…
Y cuando lo hizo, me abalancé sobre él, a devorarlo, le obligué a llevarme hasta su dormitorio, donde nos recibió una cama matrimonial de gran tamaño, le tiré sobre la cama y comenzamos a desnudarnos, ante mí tenía un cuerpo precioso, delgado, pezones perfectos, rosados, un culo de infarto, como ya dije y unos slips blancos de Armani dejaban entrever que no era el único con ganas en esa habitación. Le arranqué los calzoncillos, dejando ver su precioso rabo y sus huevos pequeños, me puse a la altura de su cabeza, con el rabo duro goteando precum, a mi amante solo le dió tiempo a decir jod…
Antes de que mi rabo se introdujese en su garganta, le empecé a follar la boca y mientras, para animarle, le empecé a hacer una paja, seré dominante, pero ante todo, un caballero.
Después de un rato, le quité el rabo de la boca, me levanté y le dí la vuelta, empecé a comerle el culo con ganas, ante sus gemidos, que llenaban la habitación, decidí ponerle mi calzoncillo a modo de mordaza. Entonces saqué mi vena algo más sádica, empecé a alternar la comida de culo con azotes cada vez más fuertes, golpes en los huevos y pellizcos en sus pezones, la reacción de Bosco no se hizo esperar, su rabo empezó a soltar precum como un loco y el a gemir más y más.
Esa era mi señal, tocaba la parte que más deseaba, reventarle el culo, cogí un condón de donde me indicó mi amante y empecé a metérsela, para mi sorpresa, la aguantaba como un campeón, no se quejaba, al contrario, su culo parecía absorber mi polla, y ahí comencé a meter caña, le quité la mordaza, le taladré, cambié de postura varias veces, primero a cuatro, luego tumbados, de lado, él teniendo que cabalgarme, hasta que me corrí, como un bestia, llevaba una semana sin meterla, y joder si se notaba, cuando por fin me salí de su interior y comprobé el boquete que era su culo sonreí, otra conquista con éxito, su polla no estaba dura, se había corrido.
Nos duchamos juntos, sin hablar apenas más allá del clásico te ha gustado y tal, al terminar, nos metimos en la cama a sobar.
Cuando me desperté, lo primero que sorprendió era mi poca capacidad de movimiento, miré a los lados, Bosco no estaba. Mi única compañía en la cama eran unas esposas, que me agarraban las muñecas y los tobillos, intenté gritar, pero solo salían de mi garganta quejidos, me miré en el espejo que había a un lado, llevaba una mordaza parecida a un bozal de perro, no entendía nada, intenté gritar, obviando la mordaza, pero nada.
Al rato, apareció Bosco, llevaba un pantalón de chándal cortito, le marcaba perfectamente el rabo, ya no tenía la apariencia sumisa de anoche, tenía una actitud dominante, chula, me sonrió con una mezcla de maldad y travesura…
– Buenos días Carlos, bienvenido al primer día de tu nueva vida…
Continuará…